Viajes de Estudio y Retiros

¡Namaskar! ¡Bienvenido a la India mágica y ancestral! Namaskar es el saludo tradicional de la India que reconoce la dimensión divina que habita en todos los hombres. La India es un país de paradojas y contrastes que ha atraído la imaginación de la gente a lo largo de miles de años. Sea su arquitectura, su música, las diferentes expresiones artísticas, sus templos y los ojos de su gente, todo invita a una experiencia misteriosa y transformante. Tal vez sean estos y otros aspectos, los que han motivado a la Escuela de Estudios Yoga Patañjali a visitar la India, en busca de un crecimiento interior y el desarrollo de la paz, a partir del diálogo con lo diferente.

Este viaje tenía la intención de acercarnos a la India a través del Yoga, el arte y la espiritualidad, que mostraban el vínculo vivo que existía entre la fuerza sagrada y las fuerzas de la naturaleza. En la India podíamos ver que la vida y lo divino no estaban separados, sino que jugaban en todas las expresiones de la cultura.

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Comenzamos con una visión de la India que conjugaba lo antiguo con lo moderno y lo hindú con lo islámico, en la espaciosa Ciudad Jardín de Nueva Delhi. Nos encontramos con una ciudad original y con un trazado particular altamente poblado. En contraste con el bullicio de Nueva Delhi, partimos hacia la pacífica Rishikesh, rica en naturaleza y maestros tradicionales del yoga. Era ideal para respirar una atmósfera plena de espiritualidad india y para disfrutar de la belleza del Ganges en su más prístino esplendor. A continuación nos adentramos en la zona de Rajastán visitando las ciudades de Udaipur y Jaipur, para vivir el asombro en la arquitectura palaciega del Imperio Mogol y el encanto de los colores, aromas y sabores de la India. El camino continuaba hacia el Taj Mahal, escenario de una de las mayores ofrendas de amor de la arquitectura. Sentados sobre el mármol blanco, contemplábamos la paleta de colores que producía el mágico atardecer sobre las múltiples formas de la arquitectura mogola.

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El legado cultural continuaba en Khajurao, el pináculo del genio arquitectónico de la India en el período medieval. Era un desfile de vibrante y viva sensualidad. Varanasi nos permitía entrar en una ciudad atemporal, donde convivían y convergían en el mismo escenario la dualidad que impregnaba la vida del hombre. No podíamos irnos de la India sin antes vivir la espiritualidad budista nacida en esta tierra. El viaje nos conducía hacia las orillas del Ganges en el Noreste de la India, en el poblado de Rikhiapeeth. Allí se hacía más explícito el viaje en un sentido interno, pues nos dedicábamos a cultivar la interioridad en una Escuela Tradicional del Yoga. La práctica de āsana, prāṇāyāma, meditación y el canto, como así mismo un estilo de vida yóguica, nos acompañaba en el enriquecimiento de la práctica, para cerrar el circuito de este viaje interno.

Despidiéndonos de la India, Kolkata nos mostraba la multiculturalidad Oriente-Occidente, en una ciudad con rasgos mezclados. La India británica también dejó una impresión espiritual, sembrando el cristianismo que aún perduraba conviviendo con las demás religiones. Era el deseo de la Escuela que pudiéramos disfrutar del viaje por las tierras de la India y por el alma de la India, que nos dejaría una semilla que seguiría germinando en nuestro interior. Invitábamos a todos a acercarse para compartir este proyecto.